17 Sep 2024
4 min
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Cuanto más ecológicos seamos, más flexibles debemos ser. La flexibilidad y el almacenamiento de energía serán los factores clave para la integración masiva de la energía eólica y solar... que necesitamos desesperadamente para llevar a cabo la transición energética hacia un mundo descarbonizado.

João Maciel
Director General de EDP NEW

La electricidad es un producto muy especial. Para tener un sistema eléctrico equilibrado debemos igualar en todo momento la oferta y la demanda, de lo contrario el sistema se enfrentará a desequilibrios de frecuencia que en los escenarios más graves pueden provocar apagones. Al tratarse de un «combustible» crítico para nuestra sociedad (la electricidad, me refiero), debemos minimizar dichos desequilibrios y hacer un esfuerzo hercúleo para igualar generación y consumo... al día siguiente... al milisegundo siguiente.

Esta característica determina, por ejemplo, y a diferencia de otros productos, que no podamos crear reservas de electricidad que podamos utilizar siempre que la necesitemos. Cada vez que la necesitamos, debemos producirla.

El almacenamiento de energía mitiga este efecto, pero no araña el principio antes mencionado. Cuando decimos que almacenamos energía en una pila o a través de la producción de Hidrógeno Verde, básicamente estamos utilizando la electricidad (sobrante) para alimentar un proceso electroquímico y así almacenar energía química en la pila (que más tarde puede descargarse de nuevo en forma de electricidad, cuando se necesite) o producir moléculas de H2 Verde (que más tarde pueden utilizarse en procesos industriales o convertirse de nuevo en electricidad a través de una pila de combustible). Cuando hablamos de almacenamiento de energía hidroeléctrica por bombeo, básicamente utilizamos (de nuevo, el exceso) de electricidad, la convertimos en energía mecánica y bombeamos agua corriente arriba, almacenándola en forma de energía potencial, para utilizarla más tarde, cuando sea necesario, pasando por las turbinas hidráulicas y produciendo electricidad.

La flexibilidad es una palabra de moda bastante reciente, pero ha sido una piedra angular de los sistemas eléctricos desde tiempos inmemoriales.

Aunque tengamos la «bola de cristal» más afilada es imposible estimar la cantidad exacta de electricidad que se consumirá en cada instante. Por eso siempre hemos tenido mecanismos de flexibilidad (normalmente llamados servicios de flexibilidad) para poder proporcionar el equilibrio necesario al sistema. Históricamente disponíamos de unidades de generación controlables / despachables -hidráulicas y térmicas- que proporcionaban los referidos servicios de flexibilidad, actuando con rapidez para igualar la oferta y la demanda en pocos milisegundos (normalmente controladas por una entidad centralizada que tenía visibilidad sobre el consumo y control sobre la generación), sin permitir que la frecuencia subiera o bajara demasiado.

A medida que introducimos más y más energías renovables variables en nuestro sistema eléctrico, mayores y más frecuentes son estos desajustes entre oferta y demanda: si antes era difícil predecir el consumo, ahora también lo es predecir la generación (brille el sol o no, sople el viento o no)... con repercusiones adicionales (más localizadas) en la forma en que exploramos las redes eléctricas, es decir, en el control de su capacidad y sus niveles de tensión.

Uno de los motores es mejorar la forma en que estimamos la generación y el consumo (¿será la IA una palanca clave aquí? Supongo que sí...) y diseñar mercados que puedan responder con rapidez, proporcionando los incentivos adecuados pero también implementando la infraestructura de datos reales que permita la rápida liquidación entre oferta y demanda. Pero no podemos imaginar un mundo impulsado por las FER sin almacenamiento de energía. Ya se trate de aplicaciones de alta potencia / pocos segundos para absorber picos rápidos, o de baterías para gestionar la energía durante el día, o de almacenamiento de energía de mayor duración (PHES, aire comprimido, conversión de energía en gas...) para hacer frente a los desequilibrios estacionales... todos aportarán una valiosa contribución. Ah, y no olvidemos el control de la demanda, que puede verse como generación negativa, que se utilizará de forma agregada para apoyar el sistema, también con los incentivos y la regulación adecuados.

La flexibilidad y el almacenamiento de energía son esenciales para gestionar un sistema impulsado por la energía eólica y solar. Aceleremos el desarrollo y las pruebas de nuevas soluciones, exploremos materiales alternativos (para acelerar la competitividad y eliminar los cuellos de botella de la cadena de suministro), invirtamos y aceleremos aún más la adaptación de los modelos reguladores existentes.