17 Sep 2024
2 min

Autor: João Vieira Silva (GEM R&D)

La primera razón está muy clara: aunque el mix de producción energética se caracteriza cada vez más por recursos volátiles y no despachables, mantener la estabilidad de la red sigue dependiendo en gran medida de activos flexibles tradicionales como las centrales hidroeléctricas.

Por otro lado, DSF compite (y seguirá compitiendo) contra las tecnologías de almacenamiento de energía, un negocio completamente orientado a la provisión de flexibilidad. Además, las justificaciones también tienen un lado endógeno. Explotar DSF (demand-side flexibility) implica adaptarse a las limitaciones operativas y logísticas de los consumidores. Estos usuarios no están acostumbrados a que se optimice su consumo de energía (a veces casi en tiempo real) para responder a las necesidades de un tercero. Convencer a los clientes para que cambien o modifiquen sus pautas de consumo, sobre todo garantizando que sus actividades principales no se vean afectadas, no es tarea fácil. Y para convencerlos, también es necesario rentabilizar realmente su flexibilidad. A pesar de los (importantes) cambios recientes, los marcos reguladores aún deben evolucionar hacia un diseño inclusivo en el que se tenga en cuenta la agregación de pequeñas cargas de consumo descentralizadas. Por ejemplo, es necesario suavizar los requisitos de control y supervisión para que puedan surgir casos empresariales viables.  

Esta es la situación actual, pero las cosas cambiarán pronto. La penetración continua de fuentes de energía variables y menos predecibles planteará retos sin precedentes al sistema eléctrico y a sus partes interesadas. Los gestores de redes de transporte se esforzarán por mantener el equilibrio del sistema, los gestores de redes de distribución verán sus redes de distribución cada vez más limitadas, los responsables del balance se enfrentarán a mayores dificultades para gestionar sus carteras con desequilibrios mínimos. En este escenario, DSF tendrá un papel que desempeñar. Una de las ventajas más convincentes de DSF (y que actualmente no se tiene en cuenta) son sus requisitos relativamente bajos de CAPEX. La DSF existe inherentemente en el sistema, no es necesario crearla. A diferencia de las inversiones intensivas en CAPEX en baterías u otras tecnologías de almacenamiento, aprovechar la DSF requiere principalmente automatización, sistemas de comunicación y plataformas de gestión óptimas. Estas tecnologías pueden permitir una coordinación eficaz entre los clientes y las partes interesadas, garantizando que los cambios en la demanda se produzcan cuando puedan y necesiten. 

A medida que el sistema energético siga evolucionando y se integren más fuentes renovables en la red, el papel de la DSF será cada vez más vital. Al proporcionar una solución intrínsecamente flexible y de bajo coste que puede desplegarse rápidamente, tiene el potencial de ser una parte indispensable del futuro de los sistemas eléctricos.

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