Paraquienes no hace mucho tiempo soñaban con ciudades llenas de coches voladores en la década de los 2000, la llegada al presente milenio puede haber sido un poco decepcionante.
En 2020 no se considera que el futuro próximo sea momento de una completa ruptura en el ámbito de la movilidad; lo que va a cambiar es esencialmente cómo usamos el transporte que ya conocemos. Y sea cual sea el vehículo, está claro que el futuro es eléctrico.
Los objetivos europeos están planeando el fin de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) relacionados con los automóviles y furgonetas para 2035, y la disminución gradual del precio de los vehículos eléctricos apunta hacia un futuro próximo en el que el coche de combustión interna será reemplazado por el automóvil eléctrico.
En el marco de los servicios prestados por EDP, que contribuyen a la descarbonización del consumo de energía, la movilidad eléctrica desempeña un papel fundamental. De hecho, la movilidad sostenible será esencial para la descarbonización del sector del transporte, que actualmente representa el 25 %, aproximadamente, de las emisiones mundiales de carbono. Según EDP, la descarbonización de la economía implica un aumento significativo de la producción a partir de fuentes renovables, acompañado de una fuerte electrificación del consumo de energía, particularmente en el transporte.
Los cifras de la llamada movilidad suave y los beneficios que muchas ciudades y gobiernos de todo el mundo han estado ofreciendo a quienes la adoptan ayudan a sacar esta conclusión. Las bicicletas, los patinetes o las motocicletas eléctricas se convertirán en un hábito en la realización de la llamada última milla.
Una realidad multimodal fue una promesa del pasado y hoy ya es posible. Pero la tecnología permitirá que se adopte realmente en las ciudades de tal manera que todo el transporte público o compartido se pueda combinar sin barreras y de manera integrada, por ejemplo, a través de la misma tarjeta o aplicación.
Según Technavio a última milla como sector de las entregas crecerá un 16 % anual para 2025 e incluye entrega por medio de robots, como drones, usando tecnologías de mapeo de las ciudades.
Coches que andan solos
Eliminar al conductor de la ecuación ciertamente reducirá el costo (y por lo tanto el precio) de las entregas y compras en línea. Lo mismo se aplica a las empresas de transporte de pasajeros que operan a través de plataformas electrónicas (VTC). El coche va a perder el conductor y la tecnología del vehículo autónomo ya existe y es una tendencia importante para el futuro. Un VTC puede llegar al usuario después de ser llamado por la aplicación, a través de un sistema de georreferenciación, y su coste será, al excluir la mano de obra, menor.
El coche autónomo no se limita a los VTC, será una realidad para las familias que tienen coches y para las empresas de coches compartidos: las ventajas de hacer viajes largos mientras se ven películas o se habla con otros conductores son innegables, y cuando se suma a esto la implementación de la economía compartida para los coches, este vehículo ya deja de tener asociados los costes de mantenimiento, limpieza o estacionamiento.
Ya hay en el mercado algunos niveles de autonomía de los vehículos —desde los democratizados sensores de estacionamiento, a la capacidad de aparcar con el conductor como mero asistente de esta operación. Uno de los sistemas más recientes, el Cadillac’s Super Cruise, permite no intervenir cuando una autovía esté cartografiada.
En este caso, el conductor, en teoría, no necesita realizar ninguna función (de ahí el hands-off o hands free) pero tiene que vigilar el camino y estar preparado para intervenir. El sistema podrá, mediante el control de los ojos del conductor o de los toques del conductor en el volante, confirmar que el conductor permanece alerta.
El desarrollo de sistemas con mayores niveles de autonomía es una realidad, pero no en las carreteras. La legislación en varios países también plantea preguntas para un coche que se mueva completamente sin conductor, y se necesita tecnología 5G, que todavía está llegando a algunos países. Sin embargo, el camino hacia la autonomía es tan innegable como la tendencia de la economía compartida.
El futuro es compartir
Brookings India estima que la economía compartida puede crecer 334 000 millones de dólares hasta 2025 con base en la historia y tendencias de plataformas como Uber y Airbnb.
Esta lógica de coche compartido cambiará las ciudades: menos tráfico y menos espacio ocupado por aparcamiento y coches parados. La diferencia será sobre todo en la eficiencia del uso del coche eléctrico. La lógica del conductor-propietario del vehículo significa que actualmente un coche pasa el 95 por ciento de su tiempo parado. La economía de la cooperación traída por las plataformas digitales (y que se extiende a otros vehículos) promete dar la vuelta a este porcentaje y los coches pasarán en movimiento el 95 por ciento del tiempo.
Estas cifras también podrán ser adoptadas, por ejemplo, por medio de operadores de vehículos de suscripción: pagando un precio mensual, se obtiene acceso a un coche eléctrico o a una bicicleta —de nuevo, un servicio cuyo acceso se integrará en el acceso, por ejemplo, al transporte público.
Nuevos combustibles
En el fondo, con todas las nuevas maneras de usar el mismo transporte, la movilidad muy pronto logrará su propósito eléctrico. También están surgiendo nuevas hipótesis de combustibles, como el Según hidrógeno, que se posiciona como una opción probable para alimentar coches y trenes —se están llevando a cabo pruebas en Francia, y en Portugal, la Universidad de Oporto y CP han desarrollado una asociación para poner el hidrógeno a circular en la línea del Vouga. No obstante, la electricidad verde ha venido a quedarse.
Los coches eléctricos pueden incluso convertirse en la clave para flexibilizar y estabilizar la red que será indispensable en un escenario de dependencia total de las energías renovables y un mayor consumo de electricidad. Las baterías de los coches pueden ser auténticos almacenes ambulantes de energía, listos para suministrar a las zonas de baja tensión y mayor densidad de población: el centro de las ciudades.
En un mercado liberalizado de suministro de energía eléctrica, algunos fabricantes tradicionales de automóviles están empezando a entrar en el mundo del suministro de energía. Volkswagen, por ejemplo, está desarrollando este servicio con un mayor énfasis en la alimentación de los vehículos, a través de su marca Elli.
Todos estos elementos son parte de la revolución ACES (autónoma, conectada, electrificada y compartida, por sus siglas en inglés) que da forma a un futuro no muy lejano.