11 Nov 2021
10 min

No es una ecuación fácil, pero su denominador común es el esfuerzo colectivo de gobiernos, empresas y ciudadanos de todo el mundo. La descarbonización es el desafío hacia un futuro más sustentable.

Neutralidade Carbono
Neutralidade de Carbono

La energía sustenta la calidad de vida de las sociedades actuales y de ella dependen todos los sectores centrales de nuestra vida diaria: transporte, salud, educación, sistemas de comunicación e información, comercio, industria, etc. Por otro lado, es precisamente el sector de la energía, incluido el transporte, el que más contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), o sea, del dióxido de carbono (CO2). Según el sitio web Our World in Data, el sector energético es responsable de alrededor del 75 % de las emisiones totales de GEI, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural).

Por lo tanto, es sobre el sector energético que se precisa actuar para reducir al máximo el peso brutal de este sector en las emisiones de GEI. En primer lugar, se requiere la sustitución de las fuentes de energía fósil por fuentes renovables que conduzca a la descarbonización del sector. Simultáneamente, fomentar la promoción de la electrificación del consumo en otros sectores, así como la mejora de la eficiencia energética. Las emisiones residuales deberán compensarse entonces para lograr la neutralidad en carbono. Estos dos conceptos, descarbonización y neutralidad, son las prioridades globales para las próximas décadas y condicionarán nuestro destino como sociedad y como planeta.

Los ambiciosos objetivos de descarbonización del Acuerdo de París

Con la población mundial creciendo a diario (la ONU predice que llegará a casi 10.000 millones en los próximos 30 años) y con la demanda de energía para impulsar el crecimiento económico cada vez mayor, el desafío es tratar de garantizar una descarbonización urgente, involucrando el esfuerzo de todos, desde los gobiernos de los países, pasando por las empresas hasta el ciudadano común.

Fue en este escenario urgente en el que, en 2015, más de 190 países se comprometieron a cumplir con el llamado Acuerdo de París: combatir el cambio climático, acelerar e intensificar las acciones e inversiones necesarias para un futuro sostenible bajo en emisiones de carbono, con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global para finales de este siglo a 2ºC y, preferiblemente, a 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales.

Acuerdo de París
Acuerdo de París

Las nuevas tecnologías y la apuesta por las energías renovables han ayudado en la accesibilidad de los costos adicionales por tener una energía más limpia. “De repente, hubo una masa crítica global para forzar la aceleración de las tecnologías, no el desarrollo tecnológico en sí, sino para bajar sus precios hasta niveles económicamente competitivos”, destaca Sara Goulart, del departamento de Sostenibilidad de EDP, área de Clima y Medio Ambiente.

 

Objetivos portugueses aún más ambiciosos

En 2016, la Comisión Europea presentó el paquete legislativo "Energía limpia para todos los europeos", con el objetivo de cumplir con el Acuerdo de París, la transición energética en la década de 2021-2030 y, al mismo tiempo, promover el crecimiento económico y la creación de empleo. En el ámbito de este paquete, los Estados miembros se comprometieron a elaborar y entregar un Plan Nacional de Energía y Clima (PNEC), definiendo sus propios objetivos de reducción de GEI, con el objetivo de alcanzar, a nivel europeo, un objetivo global de reducción de GEI del 40 % en 2030 en comparación con los niveles de 1990.

El PNEC de Portugal, que constituye el principal instrumento de política energética y climática de nuestro país en esta década, aún va más allá: “establece un objetivo nacional de reducción de emisiones entre el 45 % y el 55 % con respecto al año 2005”, afirma Pedro Paes, del departamento de Sostenibilidad de EDP, área de Clima y Medio Ambiente. Este plan está alineado con la estrategia de largo plazo definida por el Gobierno portugués en la Programa para la Neutralidad de Carbono (RNC 2050) y que tiene precisamente como objetivo lograr la neutralidad de carbono en 2050, mediante la reducción de GEI entre un 85 % y un 90 % hasta 2050 y la compensación de las emisiones restantes mediante el uso del suelo y los bosques.

Más recientemente, al final de 2019, la Comisión Europea lanzó el Pacto Verde Europeo, con los objetivos de impulsar el uso eficiente de los recursos, avanzar hacia una economía limpia y circular, detener el cambio climático, revertir la pérdida de biodiversidad y reducir la contaminación. Se propuso un objetivo de reducción de emisiones de GEI del 55 % por 2030 frente a los valores de 1990, incluso más ambicioso que el objetivo del paquete legislativo anterior, además de lograr la neutralidad de carbono en la Unión Europea en 2050.

Emision GEE
emissione gee

De la teoría a la práctica, es necesario reducir la burocracia

Cuando las cifras nos muestran que el 67 % de la energía mundial todavía es de origen fósil, ¿cómo pueden los países ganar esta batalla contra el cambio climático? No solo las energías renovables o la electrificación serán las únicas respuestas a la descarbonización, pero ya son de gran ayuda. “También es necesario tener un diálogo muy estrecho entre quienes compran, quienes venden y quienes regulan. A veces, aparecen soluciones extraordinarias para ayudar a recorrer el camino de descarbonización rumbo a la neutralidad de carbono, pero que luego no cuentan con un marco regulatorio. Todo esto lleva mucho tiempo, hasta que se logran crear los mecanismos legales, hasta que se logra poner en funcionamiento estas soluciones extraordinarias”, concluye Sara Goulart.

 

La fuerte dependencia del carbón

Aliada a este problema burocrático, la gran dependencia del carbón es también el principal obstáculo que se encuentra en el camino hacia la descarbonización. Todavía es difícil reemplazar el uso industrial del carbón, concentrado en países con una industria muy activa como China y Estados Unidos y también en naciones emergentes, como India. La alternativa puede ser el hidrógeno, que ofrece una forma de reducir el impacto ambiental, ya que solo carece de cierta madurez para competir con los combustibles fósiles. Y lo es también en otras energías renovables, que ya están haciendo un largo y arduo camino.

sectores
sectores

Entre los sectores más contaminantes, encontramos las centrales termoeléctricas de carbón como la principal fuente de emisiones contaminantes. Según datos del World Resources Institute, el sector energético, que incluye producción de electricidad, calefacción, transporte, industria, edificios y construcción, seria responsable del 73 % de las emisiones de CO2 a nivel mundial. Le sigue la agricultura, con el 12 %, la deforestación, con el 6,5 %, los procesos industriales con productos químicos, con el 5,6 %, y finalmente, los vertederos y las aguas residuales, con el 3,2 %. aguas residuales, con un 3,2 %.

Como no todos los países o sectores están al mismo nivel para lograr la tan ansiada descarbonización, la Unión Europea ha desatado un mecanismo que denominó Transición Justa, “una herramienta imprescindible para asegurar que la transición a una economía con impacto neutral sobre el clima se realice de forma justa y sin dejar a nadie atrás”, destaca Pedro Paes. Entre 2021 y 2027, la Unión Europea prevé facilitar una cantidad de 100.000 millones de euros para apoyar a las regiones más carboníferas con el fin de minimizar el impacto socioeconómico de la transición energética.

 

Un problema llamado carbon budget

“Es, por tanto, muy importante que Estados Unidos y China (enlace a artículos sobre más y menos contaminantes), sobre todo, se comprometan a cumplir los objetivos del Acuerdo de París”, enfatiza Pedro Paes. De hecho, ambos países ya han demostrado esta voluntad. Actualmente, después de la partida de Donald Trump, Joe Biden ha devuelto el medio ambiente a la agenda política de Estados Unidos, al reaceptar el Acuerdo de París. También China ya ha asumido compromisos de neutralidad y reducción de carbono hasta 2060.

Pero aún así, la escena no es una sonrisa. ¿Por qué? Pedro Paes responde con el problema del carbon budget (presupuesto de carbono) "la cantidad de emisiones de dióxido de carbono permitida durante un período de tiempo para que el aumento de la temperatura media se mantenga dentro de un límite determinado", un equilibrio que aún está lejos de alcanzarse, según este experto. “Aunque todos los países cumplan con lo asumido en el Acuerdo de París, yo diría que, con los valores que tenemos actualmente, la temperatura subirá en el orden de 3 ºC hasta 2100, por encima de los valores preindustriales. Por tanto, no será inferior a 2 ºC, según lo previsto en el mismo convenio". Y esto podría tener consecuencias catastróficas para el planeta, con el aumento del nivel del agua del mar y el aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos: sequías, inundaciones, vientos fuertes, incendios forestales, entre otros.

 

Predicar con el ejemplo

EDP está ayudando a acelerar el proceso de transición energética a través de una exigente estrategia de descarbonización, cuyo objetivo es convertirse en una empresa 100 % verde en 2030. Una apuesta ambiciosa, apalancada sobre todo en un crecimiento sin precedentes de las energías renovables.

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“Para EDP, no se trata solo de llevar energía a las comunidades, sino de contribuir para que estas comunidades puedan tener vidas más sostenibles”

Miguel Stilwell d’Andrade, CEO de EDP

Además de este objetivo, EDP también asumió otros objetivos: internamente, contribuir a la reducción de su huella de carbono, a través de la electrificación total del parque de vehículos ligeros hasta 2030, y la compensación de las emisiones de GEI relacionadas con el consumo energético en edificios administrativos; externamente, orientada a ofrecer productos y servicios sostenibles a los clientes, con énfasis en la producción solar distribuida, la movilidad sostenible y las iniciativas para mejorar la eficiencia energética en todos los sectores de actividad.