Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la agencia de las Naciones Unidas para las tecnologías de la información y la comunicación, 5.300 millones de personas (el 66% de la población mundial) están conectadas (es decir: han utilizado Internet en los últimos tres meses), y 2.700 millones siguen sin estarlo. Muchas de estas personas viven en zonas rurales y remotas, en países menos desarrollados, en países sin litoral y en pequeños estados insulares en desarrollo.

En todo el mundo, más de mil millones de personas han empezado a utilizar internet en los últimos cinco años. La pandemia de COVID-19 ha contribuido en gran medida al aumento del uso y se calcula que en 2020, 466 millones de personas habrán empezado a utilizar Internet por primera vez. 

El precio medio mundial de los servicios de banda ancha móvil ha disminuido del 1,9% al 1,5% de la renta nacional bruta media per cápita. La asequibilidad de este servicio se ha convertido en una referencia para el uso mundial de Internet, ya que ofrece un acceso relativamente barato en comparación con el servicio de Internet fijo.

¿Qué es la inclusión digital?

Según las Naciones Unidas, la inclusión digital consiste en garantizar un acceso equitativo, significativo y seguro a las tecnologías digitales, y en asegurar oportunidades en el espacio digital para todos, en todas partes, sin dejar atrás a los grupos vulnerables o históricamente marginados.

Unas infraestructuras, servicios y competencias adecuadas en materia de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) permiten a particulares y empresas participar en la economía digital y contribuyen al desarrollo económico y al aumento de la competitividad de los países.

Otras ventajas asociadas a la inclusión digital son las siguientes:

  • Las personas y comunidades conectadas y con competencias digitales pueden acceder a información, servicios sanitarios online y alertas de catástrofes que salvan vidas;
  • Permite el pago de bienes y servicios online;
  • Hace posible mantener el contacto con familiares y amigos;
  • Impulsa la productividad y el acceso a mejores empleos y mejor remunerados.

La brecha digital

Con tanta gente trabajando y estudiando desde casa debido a la pandemia de COVID-19, la inclusión digital para todos se ha convertido en una de las cuestiones más acuciantes del momento. Aunque la pandemia ha impulsado el acceso a Internet en general, animando a más personas a conectarse para trabajar o divertirse, en algunos países ha acentuado las brechas digitales existentes relacionadas con la edad, la discapacidad, el género, la geografía y el estatus socioeconómico.

Con la migración de muchos servicios al canal online, existe el peligro real e inminente de que quienes carecen de acceso a Internet de banda ancha se queden cada vez más rezagados.

Mientras que prácticamente todas las zonas urbanas del mundo están cubiertas por una red de banda ancha móvil, en las zonas rurales persisten preocupantes lagunas en la conectividad y el acceso a internet. A nivel mundial, en 2020, el 76% de los hogares de las zonas urbanas tenían acceso a Internet en casa, casi el doble que en las zonas rurales (39%).

Las lagunas de conectividad en las zonas rurales son especialmente preocupantes en los países menos desarrollados, donde el 15 % de la población rural vive en zonas sin cobertura móvil, y el 10 % de la población rural solo tiene cobertura de una red 2G.

Evaluar las necesidades de inversión para lograr una conectividad universal asequible es importante para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos por las Naciones Unidas.

11 pasos hacia la integración tecnológica universal

Varios son los pasos necesarios hacia la integración digital universal en los que están implicadas las Naciones Unidas. Destacan los siguientes:

1. Apoyo a los servicios de conectividad de las empresas mediante asociaciones con proveedores internacionales y locales;

2. Implicación de gobiernos y reguladores para facilitar el acceso legal a las tarjetas SIM y la prestación de servicios financieros digitales, garantizando la inclusión de los refugiados en las estrategias y marcos digitales nacionales;

3. Eliminación de las barreras a la inclusión digital para las personas con discapacidad;

4. Lucha contra la brecha digital de género a través de intervenciones específicas para apoyar la inclusión digital de las mujeres y las niñas;

5. Fomento de la inclusión digital de las personas mayores, eliminación de barreras y prevención del idadismo en el mundo digital;

6. Fomento de la alfabetización digital y las competencias digitales entre las poblaciones más vulnerables, mejorando su seguridad en línea;

7. Lucha contra la desinformación y las fake news online, que dificultan el acceso a información creíble;

8. Identificación, adopción y adaptación de herramientas digitales que proporcionen y refuercen los mecanismos de feedback y denuncia online;

9. Apoyo al acceso seguro de las comunidades a la economía digital y ofrecer oportunidades de medios de vida y trabajo dignos, libres de explotación y habilitados digitalmente;

10. Proporcionar acceso a la tecnología digital con fines sociales y de entretenimiento para apoyar la resiliencia y el bienestar de la comunidad;

11. Creación de oportunidades para que lo digital ofrezca soluciones a las crisis medioambientales y haga que su impacto sea más ecológico.

La inclusión digital pretende eliminar las desigualdades sociales estructurales existentes y mejorar el bienestar de todos, y busca ser equitativa para que todo el mundo tenga las mismas oportunidades online y las comunidades con dificultades no se queden atrás.