13 Mar 2024
3 min

Todo el mundo sabe que el 31 de diciembre, a las 23.59 horas, la red de telecomunicaciones deja prácticamente de funcionar.

Hay muchas llamadas para felicitar el Año Nuevo y la gente se ha acostumbrado a llamar 5 minutos antes o 5 minutos después. Pero imaginemos que ocurriera lo mismo con la red eléctrica: ¿alguien aceptaría quedarse a oscuras? Cuando se trata de energía, hay que asegurarse de que los días de mayor demanda el sistema siga funcionando.

En un mundo en el que las necesidades de consumo van en aumento, la electricidad es cada vez más demandada. E independientemente de cómo sea producida, una cosa es segura: tendrá que pasar por una red para llegar hasta nosotros. Pero si hasta ahora el sistema de transporte y distribución de electricidad apenas había sufrido cambios, con la entrada masiva de las renovables en la red y una producción más descentralizada, esta realidad está a punto de experimentar un cambio sin precedentes.

La red eléctrica nació de la necesidad de poner en contacto a quienes producen y a quienes consumen. Históricamente, la energía se producía en grandes centrales eléctricas que, por lo general, estaban situadas en lugares aislados, emitían mucho humo y olores desagradables. Entonces era necesario transportar esta energía, producida a gran escala, hasta las ciudades, sobre todo allí donde había una mayor concentración de necesidades.

La transición energética está cambiando este paradigma. Hoy prácticamente no quedan centrales térmicas. La energía se produce // almacenamiento de energía de forma totalmente distribuida, en cualquier lugar del territorio donde haya espacio para instalar aerogeneradores y paneles solares. El número de productores ha aumentado considerablemente y han surgido nuevas formas de producir menos energía, en el contexto de la cogeneración o la producción a partir de fuentes renovables.

“La red tiene que ser muy flexible y debe contar con herramientas que le permitan serlo. Y las baterías lo permiten”.

Pero si estas tecnologías requieren menos espacio, la conexión de estos distintos generadores distribuidos acaba teniendo que instalarse donde hay una red más cercana. Y esto es algo que no fue tenido en cuenta de origen, porque REN (en Portugal) y REE (en España), las empresas responsables de garantizar el transporte de electricidad a muy alta tensión, no podían conocer cómo evolucionaría la realidad cuando pusieron en marcha el sistema.

Utilizando una analogía, la red de transmisión funciona como una especie de autopista de la energía, que está conectada a carreteras nacionales e incluso a caminos de tierra. E-REDES es la entidad que gestiona el flujo de la red de distribución por todas estas vías secundarias, y el reto ahora es tener capacidad para recibir toda esta energía de nuevos emplazamientos, pero con redes que, en la mayoría de los casos, aún no están preparadas para ello.

Como señala Pedro Godinho Matos, responsable de desarrollo de negocio de E-REDES, “si tenemos mucha generación procedente de un lugar donde la red tiene una capacidad limitada, va a haber problemas”, ya que estas “carreteras secundarias” no tienen la misma capacidad para transportar electricidad y no es posible controlar a tiempo el “número de vehículos” que circularán por ellas, volviendo a la metáfora del tráfico.

“Hay dos formas de resolver la congestión de la red: construir más red; o, de una forma más flexible, organizar las direcciones para que los que quieran pasar a esa hora por la carretera lo hagan a una hora que sea más útil desde el punto de vista de los que gestionan la red para garantizar que no haya esta congestión”. Si todo el mundo quiere ir de Madrid a Valencia al mismo tiempo, ya sabemos que la carretera estará atascada. La solución es construir una nueva carretera al lado solo para esas ocasiones, lo que no es muy eficiente porque la mayor parte del tiempo estará vacía; o se puede contratar flexibilidad y, en ese caso, el ejemplo es pagar a alguien para que pare un rato en el café, o para que se quede en casa y no siga hasta el día siguiente”.

Pedro Godinho
Responsable de desarrollo de negocio, E-REDES

En el caso de la electricidad, la solución podría consistir en incentivar a quienes necesitan la red para que adapten su comportamiento de modo que la red pueda responder lo mejor posible al incentivo. En otras palabras, no se trata de dejar de consumir energía o de reducir el consumo, sino de consumirla en los momentos en que la infraestructura de la red, pagada por todos, pueda absorber toda la que se necesita, intentando evitar esos picos.

“El objetivo de E-REDES no es detener a nadie, sino que todo el tráfico fluya”, afirma Pedro Godinho Matos. “Se aceptan todas las peticiones. Solo necesitamos contratar a alguien que nos ayude a organizar el ‘tráfico de energía’”.

En el caso concreto de la energía solar, en el momento de máximo sol, hay una serie de parques que generan una generosa cantidad de megavatios. Sin embargo, las subestaciones no tienen capacidad para absorber toda esa energía. Hay dos opciones: o construir “el doble” de subestaciones (algo impensable en términos de coste) o encontrar la manera de que alguien almacene energía en las horas punta para que luego pueda fluir a través de la infraestructura que ya existe.

“Es mucho más eficiente maximizar el uso de lo que ya tenemos, porque la infraestructura ya está ahí, sin costes adicionales”, explica. “Esta red tiene que ser muy flexible y debe contar con herramientas que le permitan serlo. Y las baterías lo permiten. La cuestión es que, de momento, el almacenamiento sigue siendo caro. ¿Quién quiere gastarse millones para almacenar unos euros?”.

La realidad es que después de que la cantidad de nueva generación renovable en Portugal no haya aumentado más de una media del 10% en los últimos diez años, en la revisión del Plan Nacional de Energía y Clima para 2030, las cifras indican una posible duplicación de la cantidad de energía que pasa por la red. Un crecimiento abismal que representa un gran reto para todos los actores. Tiene que haber capacidad para absorber toda esta energía. Y esto significa más red y más flexibilidad, para llegar a todas partes. Nada de pasar la Nochevieja a oscuras.

La importancia del almacenamiento para las redes
La importancia del almacenamiento para las redes