¿Sabes en qué consiste la transición energética? Descubre qué es, sus claves y todo lo que va a suponer a nivel mundial.
Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a nivel mundial tienen que reducirse para mediados del año 2030. De esta forma, se pretende evitar el aumento de la frecuencia y magnitud de los fenómenos meteorológicos. En 2015, los líderes mundiales se reunieron en la cumbre de las Naciones Unidas celebrada en París. Se comprometieron a destinar sus recursos a mantener el incremento de la temperatura media a nivel global por debajo de los 2°C.
El principal objetivo, a pesar de ser ambicioso, es evitar que el calentamiento global sobrepase los 1,5°C. Este objetivo solo será posible con la transición energética. ¿Qué energía guiará el futuro en la dirección correcta?
“Vivíamos en un mundo de electricidad. Dependíamos de ella para todo. Y entonces, la luz se apagó. Todo dejó de funcionar. No estábamos preparados (…) Todavía desconocemos por qué se fue la luz. Pero mantenemos la esperanza de que vendrá alguien que iluminará el camino”. Así comienza la serie Revolution, producida por J. J. Abrams, la cual muestra un futuro post-apocalíptico. Actualmente vivimos en un mundo en el que la energía eléctrica parece no tener fin. Sin embargo, es necesario cambiar el enfoque. Está en nuestras manos trazar e iluminar el camino.
El cambio climático es una realidad de sobra conocida y un problema preocupante que se padece a diario en todo el mundo. Debemos hacer un esfuerzo común para proteger el planeta. De hecho, ya existe un compromiso mundial para reducir el impacto medioambiental, apoyado por estudios científicos, que cuenta con el respaldo de organizaciones internacionales y al que se han adherido varios países.
¿Qué es la transición energética?
El término “transición energética” se refiere al camino que se ha ido siguiendo desde entonces para transformar el sector energético, reemplazando las fuentes de energía basadas en combustibles fósiles (como el carbón, el petróleo o el gas) por otros provenientes de fuentes de energía renovables. La razón es la necesidad de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) ocasionadas por el uso de energías no renovables, como pueden ser los combustibles fósiles. La transición energética está siendo impulsada principalmente por las tecnologías de la información, la tecnología inteligente, los representantes políticos y los instrumentos de mercado.
¿Por qué es tan urgente la transición energética?
Porque todos sufrimos por el cambio climático. La temperatura global ha ido aumentando y está dañando toda forma de vida terrestre, animales y plantas. Las altas temperaturas son las causantes de que se intensifiquen los fenómenos climáticos extremos y hay numerosas zonas alrededor del mundo que sufren sequías, inundaciones o tormentas intensas. Zonas que, hasta el siglo XIX, nunca habían experimentado tales situaciones.
Cuando se comenzó a estudiar el motivo de estos cambios, las conclusiones de los científicos fueron unánimes: todos coincidieron en que los gases de efecto invernadero eran una de las causas, con el dióxido de carbono como principal responsable. Y este, a su vez, se origina por la quema de combustibles fósiles: petróleo, carbón y gas.
Aunque se hayan encontrado las principales causas, lo más urgente es hallar una solución. Así que, ¿qué deberíamos hacer para reducir y/o revertir los efectos de las emisiones? Es decir, ¿cómo podemos lograr la descarbonización atmosférica? ¿Cómo podemos prevenir los cambios climáticos actuales y así salvaguardar nuestro futuro?
1 – Reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2)
Las emisiones de CO2 a nivel mundial tienen que reducirse de aquí a mediados del año 2030 para evitar un incremento en la frecuencia y gravedad de los fenómenos climáticos extremos, como las olas de calor, las inundaciones, las sequías, el riesgo de sufrir escasez de agua y alimentos, el desplazamiento de la población, la pérdida de vidas y los medios de supervivencia. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), alertaba en febrero de 2022 que aproximadamente hay entre 3,3 y 3,6 billones de personas que viven en entornos muy vulnerables al cambio climático. Además, ya se han producido daños importantes (muchas veces irreversibles) en ecosistemas e infraestructuras.
En 2015, en París, en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, los firmantes acordaron unir esfuerzos para mantener el incremento de la temperatura media a nivel global por debajo de los 2°C. El principal objetivo es evitar que el calentamiento global supere los 1,5°C en comparación con el siglo XIX. En 2021, la Agencia Internacional de las Energías Renovables (RENA), en la primera edición del World Energy Transition Outlook (WETO), arrojaba luz sobre cómo la electrificación y la eficiencia energética son los mejores propulsores para la tan necesaria transición, basada en las energías renovables.
2 – Garantía para una economía global más inclusiva
La aceleración de la transición energética es fundamental para garantizar la seguridad energética, la estabilidad de los precios y la resiliencia a largo plazo. Alrededor del 80% de la población mundial vive en países importadores de energía líquida. Aprovechando el potencial renovable de las energías limpias es posible reducir este porcentaje, logrando que estos países dependan menos de las importaciones energéticas. Todo ello ayudará a crear empleos y a reducir la pobreza, favoreciendo una economía global inclusiva y ecológica.
Según el World Energy Transition Outlook 2022 de IRENA, 759 millones de personas de todo el mundo no disponen de electricidad. Al implantar soluciones de energía limpia se podrían impulsar servicios vitales, tales como la sanidad, una mejor educación o accesibilidad a la banda ancha, lo que supondría la creación de nuevos puestos de trabajo, una nueva forma de vida y una economía más sostenible, fundamental para reducir la pobreza. En regiones como el África subsahariana, donde la mitad de los institutos y una cuarta parte de los centros sanitarios carecen de electricidad, el acceso a la energía limpia ayudará a salvar vidas y creará oportunidades de desarrollo a una escala realmente transformadora.
3 – Consecución de objetivos
2030 es el año designado por las Naciones Unidas para lograr alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular el ODS 7, con el que se pretende garantizar una energía accesible, segura, sostenible y moderna para todos.
¿Qué cambia con la transición energética?
El camino hacia los 1,5°C coloca a la eficiencia y la electrificación como los principales motores de la transición energética, basada en las energías renovables, el hidrógeno y la biomasa sostenible. Esta senda, que requiere un cambio radical en la forma en que la sociedad produce y consume energía, podría suponer la reducción de casi 37 gigatoneladas de las emisiones anuales de CO2 de cara al año 2050 (fuente: OECD Environmental Outlook to 2050). Para alcanzar esta meta, los líderes mundiales tienen en sus agendas las siguientes estrategias:
1 – Sustituir los combustibles fósiles por energías renovables limpias
Es absolutamente esencial sustituir definitivamente la energía procedente del carbón por alternativas limpias, especialmente por las energías renovables. La eliminación paulatina es una labor complicada para los países especialmente dependientes del carbón, debido sobre todo a la obligación de que la transición sea justa para los trabajadores y comunidades afectadas. Casi el 30% del carbón utilizado alimenta la industria del hierro, el acero y el hormigón, según datos de la Comisión Europea. Los próximos años serán decisivos para la innovación y la cooperación internacional en dichos sectores.
La eliminación progresiva de los combustibles fósiles debería llevarse a cabo junto con medidas para borrar las distorsiones del mercado y al fomento de soluciones para la transición energética. Esto implica la eliminación gradual de las subvenciones a los combustibles fósiles y la garantía de que todos los costes (ambiental, sanitario y social) derivados de la quema de combustibles fósiles se reflejarán en los precios. Las políticas en materia de impuestos deben ajustarse para aumentar la competencia por las soluciones relacionadas con la transición. Para garantizar que la pobreza energética no se agrave, no puede faltar un análisis del impacto social y la equidad, sobre todo en las poblaciones con ingresos bajos.
La implantación de las energías renovables es más rápida y barata que las alternativas. Sin embargo, para alcanzar los objetivos fijados por el IPCC, las incorporaciones anuales de las energías renovables deberían triplicar el ritmo actual. Este incremento será posible si se dan las condiciones adecuadas.
2 – Actualización de las infraestructuras
La actualización, modernización y ampliación de las infraestructuras permitirá el aumento de la resiliencia y la flexibilidad de un sistema interconectado y diversificado, capaz de dar cabida a grandes cantidades de energía variable y renovable. Además de las innumerables soluciones tecnológicas, los mercados también tendrán que adaptarse. En la era de las energías renovables variables, la electricidad tendrá que adquirirse teniendo en cuenta las peculiaridades de la tecnología descentralizada, sin coste de carburante ni de oportunidad.
3 – Adoptando el hidrógeno verde
El uso del hidrógeno verde se generalizará de cara a 2030. En 2021, tan solo se instalaron 0,5 GW de electrolizadores; la capacidad acumulada instalada necesita aumentar hasta alcanzar los 350 GW de aquí a 2030. Para que se incremente la producción de hidrógeno verde, la Comisión Europea ha impulsado la fabricación de electrolizadores en Europa dentro de su estrategia para descarbonizar y diversificar la energía, RePowerEU.
4 – La apuesta por la bioenergía
El aprovechamiento de la bioenergía para cubrir la demanda energética, incluida la demanda de materias primas, debería triplicarse de cara al año 2030. Al mismo tiempo, el uso tradicional de la biomasa (como puede ser la leña) tendrá que ser sustituido por soluciones más limpias. La expansión de la oferta de biomasa debe ser manejada con cuidado para garantizar la sostenibilidad y minimizar las consecuencias negativas.
5 – El uso generalizado de vehículos eléctricos
La electromovilidad es uno de los principales factores que pueden favorecer la transición energética. Según se desprende del informe del International Council on Clean Transportation (ICCT), los vehículos eléctricos copaban el 8,3% de las ventas mundiales de vehículos en 2021. Dicha cifra aumentará de forma considerable durante los próximos años. La capacidad anual de producción de baterías debería multiplicarse por cuatro entre 2021 y 2025, hasta llegar a unos 2.500 GWh. Sin embargo, este aumento en el número de vehículos eléctricos depende, en última instancia, de un aumento importante de los puntos de recarga durante la próxima década. También de los estímulos económicos y fiscales para promocionar las compras. Paralelamente, deberían redoblar los esfuerzos para reducir el número de desplazamientos por carretera y tratar de utilizar el transporte público y las bicicletas con mayor frecuencia, siempre que sea posible.
6 – Construcción (y reconversión) de edificios inteligentes
Todos los edificios nuevos deberían ser ya eficientes energéticamente y las tasas para renovar estructuras antiguas deberían aumentar considerablemente. Aplicar medidas y normativas en los edificios puede suponer una enorme diferencia a corto plazo. La descarbonización provocada por los sistemas de calentamiento y refrigeración de los espacios conllevará cambios en los proyectos de construcción y en las características de eficiencia energética de los aparatos. La solución pasará por adoptar sistemas solares para calentar el agua, bombas de calor que funcionen con energía renovable y calefacción mediante geotermia.
7 – Reducir el consumo de energía
Transformar los sistemas eléctricos no significa solamente reemplazar los recursos energéticos. También implica el uso eficiente de la energía en todos los sectores. Innovación, reciclaje y economía circular jugarán un papel fundamental en la carrera por lograr la eficiencia energética, a medio y largo plazo. Los próximos años deberían mostrar un aumento de la inversión en I+D y la implementación de proyectos piloto en diferentes áreas. Todo ello tiene que ir acompañado de esfuerzos reales y efectivos para reducir el consumo innecesario.
De aquí a 2030, gracias a la tan urgente transición energética, se espera la creación de 85 millones de puestos de trabajo (lo que compensará la pérdida de alrededor de 12 millones de empleos relacionados con las industrias que dependen de los combustibles fósiles). Esto requerirá la ampliación de programas de formación profesional, cualificación y reciclaje, además de medidas destinadas a promocionar una transición inclusiva.
Cada día que pasa, el coste de la pasividad pesa más. Los precios estratosféricos alcanzados por los combustibles fósiles y la escasez de alternativas son consecuencia de la pobreza energética que se aproxima y de la pérdida de competitividad de la industria. La voluntad y las decisiones políticas juegan un papel esencial para trazar el camino que deberá seguir la transición. Esto marcará la pauta de cómo debería actuar el mundo, aunque el poder está en manos de todos. El momento de hacer las cosas de forma correcta es ahora.