EDP se alió con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para llevar energía renovable y soluciones ambientales sostenibles al Campo de Refugiados de Kakuma, en Kenia, que, por estar en un área remota, no es servido por la red nacional de electricidad.
Es un proyecto inédito a escala mundial, que fue presentado en la quinta conferencia anual de la Clinton Global Initiative, en Nueva York, en septiembre de 2009. EDP pretende, así, contribuir para mejorar las condiciones de vida de los refugiados, tratando de dinamizar el desarrollo sostenible de las diferentes comunidades del campo, capacitando a los respectivos beneficiarios y, también, cubriendo sus necesidades básicas de energía. Una idea simple que revolucionó directamente la vida de 6000 personas e indirectamente a más de 70 000.
Instalación de cerca de 47 kW en sistemas fotovoltaicos de energía solar y más de 1500 bombillas de bajo consumo en diez instituciones: dos hospitales, cuatro escuelas y otros cuatro edificios. Las estructuras metálicas se construyeron localmente, al igual que las salas técnicas que albergan el equipamiento eléctrico. Fue instalada una torre eólica con una potencia de tres kW en el complejo de ACNUR.
Estas medidas permiten un ahorro de combustible de aproximadamente 50 000 litros al año y una reducción de emisiones de CO2 de cerca de 120 toneladas al año; reduciendo aún más el número de apagones e impulsando la eficiencia de la atención médica y de los servicios ofrecidos a las comunidades; mejorando el alumbrado de seguridad y promoviendo una mejor educación.
Instalación, en el campo de refugiados y en la aldea de la comunidad local, de 31 puestos de alumbrado público solar, 21 construidos localmente por los propios refugiados, lo que permite la reducción de la inseguridad sufrida por la noche, en particular por las mujeres, y contribuye con la disminución del consumo de combustible de lámparas de queroseno y para reducir las emisiones de CO2 en aproximadamente veinte toneladas por año.
Mediante un programa establecido con quince escuelas, sus directores y los encargados de la educación de los estudiantes, coordinado por la LWF - Federación Luterana Mundial, se distribuyeron 4500 linternas recargables a los estudiantes.
Estas linternas solo se pueden recargar en las escuelas, lo que garantiza la asistencia de los estudiantes que disfrutan de este proyecto de iluminación. Esta iniciativa pretende mejorar el rendimiento escolar, al permitir el estudio nocturno, así como la reducción de los índices de absentismo y abandono escolar entre niños y adolescentes, especialmente las chicas jóvenes que suelen acompañar a las madres en la recogida de leña y agua y que, en el contexto de poca iluminación, son más vulnerables a las agresiones, lo que contribuye a una mayor seguridad en el recorrido de la escuela a la casa.
Fueron entregadas treinta cocinas solares de alta calidad a diez restaurantes que dan empleo a mujeres vulnerables y apoyadas por el Consejo Nacional de Iglesias de Kenia, con el fin de reducir el consumo de leña, aumentar la sostenibilidad ambiental y limitar las emisiones de CO2. Se dio formación en cocina solar a treinta mujeres.
Estos hornos ayudan a disminuir el número de accidentes provocados por el fuego y reducir los riesgos para la salud. Además, ya que no requieren una supervisión constante, las mujeres se pueden dedicar a otras actividades mientras cocinan.
Para reducir el riesgo de enfermedades asociadas a la contaminación del agua y minimizar el consumo de leña, se distribuyeron purificadores de agua a veinte familias de la comunidad local – turkanas – que así pasaron a tener acceso a agua potable y de buena calidad.
También, con el objetivo de abastecer a la comunidad local, se excavaron tres pozos de agua, equipados con sistemas solares de bombeo. Cerca de dos centenas de personas que viven dentro del campo de Kakuma ahora se benefician del agua para el riego de huertos y reforestación.
El cultivo de vegetales y frutas que es hecho por las diferentes comunidades del campo, posibilita no solo la producción de alimentos más nutritivos para el consumo propio, sino que también permite obtener ingresos por la venta de los productos excedentes.
Todas las actividades se complementaron con sesiones de formación técnica, que se dieron a cerca de 100 refugiados, que asistieron y participaron con entusiasmo en la ejecución de las diferentes iniciativas.
La escuela Don Bosco Vocational Training y sus estudiantes participaron en la fabricación e instalación de los sistemas y, en la actualidad, garantizan los trabajos de mantenimiento y reparación de los mismos.