Abrazar la diversidad y reforzar la inclusión son objetivos esenciales para combatir las desigualdades y los prejuicios.
Promover el crecimiento social es una garantía de crecimiento económico en un mundo que debe ser cada vez más inclusivo y equilibrado.
La lucha por los derechos sociales se ha desarrollado a distintas velocidades en todo el mundo. Sin embargo, debido a que la globalización es cada vez más fuerte y a que la información llega fácilmente a todas partes, temas como la diversidad y la inclusión marcan las agendas mundiales y dictan una acción constante de la sociedad civil, las empresas y los gobiernos de todos los continentes.
Esta urgencia queda clara en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU para 2030, donde el ODS 5 está específicamente dedicado a la igualdad de género. La igualdad de oportunidades y derechos para hombres y mujeres, así como la diversidad y la inclusión, también están presentes en el ODS 8 (Trabajo decente y crecimiento económico) y en el 10 (Reducir las desigualdades).
En conjunto, los ODS relacionados con la diversidad y la inclusión abarcan 31 objetivos, que cubren temas tan diversos (aunque todos ellos tan importantes) como el género, la edad, las minorías, la discapacidad, las religiones, la orientación sexual o las condiciones económicas. Metas que se resumen en tres objetivos básicos:
- Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas;
- Promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.
- Reducir las desigualdades dentro de los países y entre ellos.
La importancia de la educación
Se suele decir que «la educación empieza en casa», y la educación es, de hecho, una de las principales líneas de acción para reforzar la diversidad y la inclusión en la sociedad. Ya sea a través de la escuela o de la promoción y el fomento de las buenas prácticas en la comunidad en general, preparar a las nuevas generaciones es siempre una garantía de éxitos futuros y de una sociedad más justa que, de forma natural, luche contra los prejuicios.
Según la UNESCO, más de mil millones de personas tienen dificultades derivadas de deficiencias mentales, físicas o sensoriales, y todavía hay unos 140 millones de niños que no van a la escuela, la mayoría de los cuales son niños con discapacidades. Además de la falta de acceso a la educación, a menudo es la propia educación la que no se adapta a las necesidades de inclusión. También según la UNESCO, solo 41 países reconocen oficialmente la lengua de signos y, en alrededor de 23 países europeos, los planes de estudios escolares no abordan cuestiones relacionadas con la orientación sexual, la identidad o la expresión de género. Es urgente resolver el acceso a la educación, pero también asegurar que sea una educación inclusiva, que abrace y celebre la diferencia y no olvide que la enseñanza también se imparte fuera de las escuelas.
Por ello, es importante que los medios de comunicación den cada vez más espacio a estos temas, principalmente mediante la sensibilización y la denuncia de las situaciones de racismo, los prejuicios o la discriminación de género, que acaban teniendo efectos en todo el mundo. Tomemos el caso de las protestas en Estados Unidos relacionadas con los delitos raciales, que luego han fomentado la celebración de manifestaciones similares en otros países. O las recientes denuncias de personajes mediáticos sobre abuso y acoso sexual, que han motivado la aparición de otras denuncias.
Además de la televisión o los periódicos, también el cine y las artes en general han apostado más por la diversidad y la inclusión. Tanto en el contenido de las películas, series y documentales como en su forma. Un ejemplo de ello son las reglas recientemente definidas para los Óscar a partir de 2024, que obligan a establecer cuotas raciales, de género o de minorías sexuales. El tono del debate sube, pero el hecho de que se hable de ello ya es un camino hacia el cambio, especialmente en un momento en que la economía y la sociedad siguen luchando contra la sacudida de la pandemia de COVID-19.
Según las últimas novedades de la ONU sobre los ODS, la pandemia ha agravado el retraso que ya se observaba en la adopción de algunas medidas y en la evolución de los indicadores relacionados con la diversidad y la inclusión en general, lo que hace aún más urgente centrarse en estas cuestiones. La resiliencia económica y social en la era pospandémica depende en gran medida de los esfuerzos continuos en esta dirección.
La diversidad y la inclusión son garantías de éxito económico
Un estudio realizado en 2020 por la consultora McKinsey señala que los efectos de la COVID-19 son «la mayor prueba de liderazgo» para los empresarios y ejecutivos, pero recuerda que «la diversidad y la inclusión son poderosos impulsores del rendimiento empresarial. Las empresas cuyos líderes abrazan diferentes talentos e incluyen múltiples perspectivas pueden salir fortalecidas de la crisis».
La consultora norteamericana lleva estudiando la importancia de estos temas en el entorno empresarial desde 2014 e indica que el potencial de crecimiento empresarial es mucho mayor en las empresas con una cultura que los aborda y promueve. No solo en términos de contratación, sino también en las relaciones cotidianas con los empleados. Según McKinsey, una empresa centrada en la igualdad de género en sus equipos directivos tenía un 25% más de posibilidades de mejorar sus resultados financieros en 2019, y un 36% si la diversidad étnica estaba bien representada.
A partir del análisis de las prácticas de las empresas más destacadas en materia de diversidad e inclusión, McKinsey presenta 5 consejos que pueden marcar la diferencia, tanto en el ámbito laboral como en el empresarial:
- Garantizar la diversidad en los distintos departamentos o niveles jerárquicos, más allá del género y de la etnia.
- Involucrar directamente a los gerentes o directores en la estrategia de diversidad e inclusión como forma de garantizar una mejor ejecución de la misma.
- Reforzar la igualdad de oportunidades mediante una verdadera meritocracia y transparencia con el fin de demostrar con criterios claros el desarrollo de la carrera y los ascensos.
- Combatir la discriminación, la intimidación, el acoso y las «microagresiones» en general con tolerancia cero y acción rápida.
- Asegurar un sentido de pertenencia y «amor por la camiseta» a través de una cultura corporativa que acepta y promueve todas las «identidades» para que todas las personas sientan que realmente pueden ser en el trabajo lo que son en la calle o en casa.
Incrementar el PIB con la fuerza de las mujeres
Un estudio de PwC publicado en marzo de 2021 se centra específicamente en la igualdad de género y la necesidad de equilibrar tanto la presencia como los salarios de hombres y mujeres en el mercado laboral. Según la consultora, Islandia, Suecia y Nueva Zelanda son los países donde las diferencias profesionales y salariales entre hombres y mujeres son más difusas, de entre los 33 países de la OCDE analizados. Portugal ocupó la novena posición en 2019 y cayó a la undécima un año después.
PwC también estima el impacto que la igualdad salarial entre hombres y mujeres puede tener en el PIB de la OCDE, compuesta por 37 países, y los resultados son sorprendentes. Según la consultora, eliminar las diferencias salariales (debido al aumento de los ingresos de las mujeres) podría incrementar el PIB global de la OCDE en casi 1.7 billones de euros. Y la equiparación de los salarios de las mujeres en general con los que se perciben en Suecia (considerada una referencia en Europa) aumentaría el PIB de la región en más de 5 billones de euros.
El estudio Women in Work indica que actualmente existe una brecha salarial de género del 15 % de media en Europa. Habiéndose realizado ya en un entorno pandémico, recuerda que «el desempleo aumentó en toda la OCDE en 2020, y las mujeres perdieron sus puestos de trabajo más rápidamente que los hombres. La COVID-19 también magnifica la carga desigual de los cuidados no remunerados y el trabajo doméstico que realizan las mujeres».
EDP entre los líderes mundiales en diversidad
En la conexión entre las empresas y los objetivos de las Naciones Unidas, una de las entidades más implicadas es el WBCSD (Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible), del que EDP es uno de los 200 miembros principales. El WBCSD (una red de la que es miembro el BCSD Portugal) fue creado en 1995 y actúa como una plataforma para miles de empresas de diversos sectores que buscan acelerar la transición sostenible, lo que también implica la diversidad y la inclusión. Representa a 5000 empresas, 19 millones de trabajadores y más de 7 billones de euros de facturación. Los vincula con el crecimiento económico sostenible, pero también con los desafíos sociales de los ODS.
El sector privado en general, bastante atento a la sociedad civil, ha actuado cada vez más en favor de la diversidad y la inclusión, a veces incluso más allá de la regulación política. Hoy en día, las grandes empresas mundiales, como EDP, ya han creado normas y códigos de ética, y muchas presentan informes anuales específicos sobre su actuación en estas materias.
Combatir los prejuicios y la discriminación y apostar por la diferencia como forma de encontrar nuevos caminos, puntos de vista y formas de actuar, aporta claros beneficios para la sociedad, con efectos también en la economía. Un mundo en el que la justicia social y profesional esté garantizada para todos es un mundo más sostenible, más humanista y más orientado hacia el progreso en general.