La Central Termoeléctrica de Carregado está siendo clausurada y va a ser demolida. Son las memorias de quienes allí trabajaron que ahora ocupan un espacio en proceso de clausura.
La "central fantasma"
El reloj marcará para siempre las 09:05 , pero el tiempo aquí no se ha detenido, las marcas de su paso son bien visibles. La diversidad de colores de la Central Termoeléctrica de Carregado se resumen ahora en el anaranjado de la herrumbre y en el gris del polvo, que cubre el suelo, las escaleras y la maquinaria silenciosa. El polvo es suficiente para que nos pique un poco la garganta al atravesar las grandes puertas de hierro hacia el interior. Huele a metal y a herrumbre.
La luz que entra a través de la claraboya de cristal nos permite distinguir seis enormes grupos turbogeneradores, con las máquinas donde se generó la energía eléctrica entre los años 1968 y 2012 dispuestas a lo largo del enorme recinto de la central, que ahora parece un gigantesco almacén. Además del ocasional aletear de las palomas que se adueñaron del lugar, el único sonido que oímos es el "zum zum" rítmico y constante de la subestación de REN, allí cerca.
Xavier Teixeira recorre el gran recinto con orgullo y nostalgia. Trabajó en la central del Carregado desde los 22 años y allí aprendió su oficio «con los mejores profesionales del mundo», cuenta.
"Empecé a trabajar en Carregado en el año 1983 como herrero. Era un chico lleno de voluntad y lleno de esperanza de conocer lo que era esta gran "universidad". Estuve aquí durante 20 años en el mantenimiento y resolución de averías de varios equipos, como válvulas, bombas y tuberías".
Una vez bajadas las escaleras cubiertas de telarañas, nos acercamos a las salas de mando. "¡Aquí es dónde era! Todo se ajustaba manualmente, quemador a quemador, se ajustaba aquí, todo analógico", exclama Xavier. Se refiere a la gran consola con mandos y botones, que nos recuerdan a las películas de ciencia ficción de los años 80: interruptores, botones giratorios, conmutadores. Y, detrás, una serie de paneles que antiguamente se encendían con pequeñas luces de varios colores, proporcionando información sobre el funcionamiento de la maquinaria.
Los ajustes se hacían en el lugar de forma manual o mecánica, por equipos con varias decenas de hombres. "Era todo en portugués", recuerda Xavier entre risas, "ahora todo está en inglés". Los termómetros son la única cosa que todavía funcionan: están a 25 grados. Cada sala tenía turnos de diez personas que se encargaban de gestionar dos grupos de generación eléctrica, con un total de seis. Hoy en día, solo se necesita una persona por sala.
El ruido en la planta era ensordecedor, con las palas de la turbina girando a 3.000 revoluciones por minuto, el suelo incluso tembló, y era obligatorio usar protectores auditivos. La comunicación dentro de la central se hacía por un sistema interno de altavoces. Cuando alguien oía su nombre, se apresuraba a una de las cabinas telefónicas especiales de la Central e llamaba a la sala de mando o a la recepción.
Al avanzar hacia el taller, adyacente a la zona de los grupos de generación de electricidad y de las salas de mando, encontramos advertencias en la pared: "RUIDO INTENSO. UTILICE PROTECCIÓN AURICULAR". "¡Pasábamos por aquí todos los días para ir a por el café!", la voz es de Emília Rato, una antigua técnica administrativa que formaba parte del pequeño grupo de mujeres que trabajaba en la central.
Una mujer en un mundo de hombres
Emília Rato, hoy en día Técnica Superior en la Dirección de Recursos Humanos de EDP Produção, en Lisboa, estuvo en Carregado entre los años 1997 y 2006. Ahora, de regreso a su antiguo lugar de trabajo, recuerda algunas peripecias de una época en que "familia" y "espíritu de equipo" eran términos sólidos, que le quedaron en la memoria.
"¡Trabajaba en este equipo con siete hombres y yo era la única mujer! Me sentí un poquito inhibida, ¿vale? Pero ellos rápidamente hicieron que me sintiese a gusto, porque eran personas espectaculares y me integré muy bien en el equipo. Me ayudaron mucho con esta integración y fui muy bien recibida, sin duda".
Se sentían mujeres "en un mundo de hombres". Emília y sus colegas no eran más de una docena, en una central con cerca de 300 trabajadores masculinos. Cuenta entre risas que las mujeres "¡eran adornos! Eran pequeños adornos, vale... pero ellos eran amistosos con nosotras, eran agradables y siempre con mucho respeto".
Emília recuerda el ambiente animado y familiar que se vivía en ese momento, el "calor humano", como le llama, asociado al enorme calor que se sentía dentro de la central, cerca de las calderas de producción de vapor. Tal como en los días de hoy, en la nueva Central que se construyó al lado (Central de Ribatejo), el vapor de agua que hacía mover las turbinas de Carregado alcanzaba temperaturas por encima de los 500º . Eran esas turbinas que accionaban el eje que a su vez hacían mover potentes generadores que giraban a gran velocidad y producian energía electrica.
Del fueloleo al gas natural
La Central de Carregado funcionaba a base de fueloleo, cada uno de los seis grupos de generación quemaba aproximadamente 28 t/h de fuel-oil, a la carga nominal (125 MW), las 24 horas del día. El cambio a una alternativa más respetuosa con el medio ambiente se produjo en el año 1997: esta fue la primera central portuguesa en hacer la transición al gas natural al reconvertir dos grupos para permitir la quema de este combustible.
El gas natural también es el combustible que alimenta la "nueva" Central de Ribatejo, que curiosamente (y aunque el nombre produzca confusión), se encuentra literalmente al lado de la Central de Carregado. La Central de Ribatejo entró en servicio en el año 2004 y se construyó para aprovechar el espacio y las condiciones existentes en el lugar: por un lado, la gran superficie disponible y la presencia de agua (río Tajo), que es esencial para el funcionamiento de las máquinas; por otro, el punto de conexión a la Red Eléctrica Nacional que ya existía y es la "puerta de entrada" de la energía eléctrica producida, a la red de distribución que llega a nuestras casas.
Los trabajadores recibieron la noticia del desmantelamiento de la Central de Carregado con natural consternación. "Y ahora, ¿qué hago? ¿A dónde voy? ¿Qué es lo que me va a pasar?", fueron las dudas que asolaron a Xavier Teixeira y a sus colegas en ese momento. Algunos fueron a la Central Termoeléctrica de Sines, otros pasaron a la jubilación anticipada y otros siguieron nuevos caminos. Xavier, que "todavía era nuevo", pudo seguir su actividad profesional en la central del Ribatejo. "En ese momento, el ingeniero Orlando [Carvalho] era el Director de la Central y me hizo esa invitación, por lo que tuve la oportunidad de ir allá", cuenta.
"Derribando" una central eléctrica: el proceso de desactivación
Cuarenta años después de funcionar como la principal fuente de energía eléctrica en la región (y una de las principales del País), la central de Carregado terminó siendo superada, a nivel tecnológico y ambiental. Se hizo evidente que su funcionamiento ya no era la manera más eficiente de satisfacer el consumo de energía eléctrica del país. Entonces EDP propuso su desactivación a las autoridades competentes y, tras la aprobación, fue el inicio del fin. La central cesó su actividad en el año 2012 y se iniciaron las tareas de desmantelamiento.
La desactivación se desarrolla por fases, tal como explica Bruno Travassos, Subdirector del área de Obras Térmicas y Desmantelamiento en la Dirección de Optimización y Mantenimiento de Activos Térmicos, de EDP Produção. «Por lo general, la desactivación la dividimos en tres fases. Primero el Desmantelamiento, que, realmente, consiste en eliminar todo lo que son productos químicos, aceites, fuel y combustibles de la central; es decir, parar los equipos y dejar la central limpia, sin riesgo de pasivo ambiental», explica.
La segunda fase, aclara Bruno Travassos, es la de "Clausura y Demolición. La Clausura consiste en desmontar los equipos instalados y la Demolición, como su nombre lo indica, en demoler los edificios que existen en la Central".
"Finalmente, después de tener toda la Central demolida y clausurada, hacemos la Recalificación Ambiental de los terrenos. Siempre depende de lo que se desee hacer con el terreno, pero el objetivo es dejarlo de una manera ambientalmente satisfactoria, esa es nuestra obligación".
Idealmente, el proceso de desactivación siempre se lleva a cabo con la ayuda de personas que trabajaban en la Central. Esto se debe a que transcurren algunos años entre el momento en que las máquinas paran y se inicia el proceso de desactivación. "Al cabo de cuatro, cinco o seis años con la central parada ya no se encuentran los documentos o la información necesaria, y ahí es bueno tener la experiencia de quien estuvo aquí" confiesa Bruno Travassos, "es una ayuda para las personas que vienen a hacer las actividades de desmantelamiento y clausura, les ayudan a planear debidamente todo el proceso. En ese sentido es útil contar con las personas que estuvieron aquí y que conocen la Central como nadie".
En el caso de Carregado, las operaciones de descomisionamiento fueron hechas por personas de fuera, especialistas en estas actividades, y por colaboradores de EDP que acompañaron en el proceso: "son personas que tienen conocimiento de las Centrales, que conocen las "esquinas de la casa" y ayudan en la planificación y también en la fase de construcción. Aquí tenemos colegas que nos acompañan en la obra de principio a fin, porque tienen todo ese conocimiento".
Fases de la desactivación
Primero la seguridad y el medio ambiente
La Central Termoeléctrica de Carregado ha sido clausurada, y se están preparando las fases de desmantelamiento y demolición. Al ser una central termoeléctrica antigua, en la misma se usaron materiales que hoy en día están prohibidos, como el asbesto. Por ese motivo, para que existan las condiciones adecuadas para demoler la central termoeléctrica, es necesario tomar las medidas de seguridad necesarias para eliminar dichos materiales.
El asbesto fue una sustancia muy utilizada a finales del siglo pasado, sobre todo para el aislamiento de materiales sometidos a altas temperaturas. En la central termoeléctrica, el mismo se utilizaba para recubrir las tuberías de vapor y evitar el contacto humano con superficies extremadamente calientes. El asbesto utilizado en esas condiciones no representa ningún riesgo, el peligro radica en su eliminación. «Lo peligroso es remover materiales que contienen microfibras de asbesto, porque cuando se empiezan a retirar, los mismos se deshacen en fibras que pueden inhalarse», explica Bruno Travassos.
Debido a ello, la fase de eliminación del asbesto requiere la presencia de equipos especializados y certificados para trabajar con dicho material. Es necesario proteger las áreas donde se lleva a cabo la extracción. Para hacerlo, se suelen usar grandes burbujas de plástico selladas en las que se mantiene una presión negativa, asegurando así que no haya fugas hacia el exterior. Cualquier trabajador que lidie con el asbesto debe estar equipado de forma adecuada, con una máscara facial completa y anteojos para no correr el riesgo de respirar fibras peligrosas.
«EDP siempre se preocupa en gran medida por la seguridad. Todos los contratistas son elegidos con la garantía de que también compartan dicha preocupación y certificación, para evitar cualquier posible accidente».
Bruno Travassos también destaca el lado emocional de dichas operaciones: en el año 2002, ha participado en la puesta en marcha de la Central Termoelétrica de Setúbal, y ahora se encuentra en la fase de desmantelamiento en Carregado. En Carregado, ha asistido y participado en operaciones enfocadas en mejorar la operación de la central termoeléctrica, y ahora es responsable de su desmantelamiento. De cenizas a cenizas, de polvo a polvo.
Pero la vida continúa en Carregado. De hecho, durante 15 años, la Central Termoeléctrica de Ribatejo ha garantizado empleos a trabajadores como Xavier Teixeira, quien tuvo que aceptar un nuevo desafío: adaptarse a los avances tecnológicos. «En términos mecánicos hay algunas diferencias, y tecnológicamente las cosas son mucho más avanzadas que como lo eran en esta central eléctrica», dice. «Ha sido un desafío muy interesante para mí».
La vida en la «nueva» Central Termoeléctrica
La Central Termoeléctrica de Ribatejo es una central de gas natural de ciclo combinado. Lo que significa que produce energía a través de dos ciclos térmicos: uno de gas y otro de vapor. Los gases de las turbinas de gas se utilizan en una caldera que genera vapor y, a su vez, alimentan otras turbinas de vapor.
Esta central termoeléctrica solo tiene tres grupos de producción (a diferencia de los 6 grupos de la Central Termoeléctrica de Carregado), pero es mucho más eficiente, con tasas de rendimiento de aproximadamente 50 %, frente al 35 % de la antigua central. Cada grupo produce 400 MW (240 MW de gas y 160 MW de vapor) y se controla en una única sala de control mediante una consola digital.
La diferencia de tamaño entre las instalaciones de ambas plantas es notoria. De tres salas de mando donde trabajaban docenas de personas, nos trasladamos a una única sala de control que solo podría funcionar con una persona. Esta sala está ocupada las 24 horas del día, los 356 días del año, generalmente por dos técnicos y un jefe de turno. En vez de grandes consolas e interruptores analógicos, ahora podemos ver pantallas de ordenador con gráficos y tablas actualizadas de forma virtual en tiempo real.
Además, el taller de Xavier Teixeira redujo su tamaño a la mitad. En el área de mantenimiento había más de 100 personas trabajando, ahora solo quedan 10. La introducción de la automatización y los sistemas digitales ha contribuido a una reducción significativa del número de personas en la planta, algo que Xavier recuerda con cierta tristeza.
«Compartíamos bromas, nos juntábamos al menos una vez al año e íbamos a un restaurante donde participábamos en una fiesta. Almorzábamos, nos decíamos cosas buenas y malas... bebíamos una copa más... en realidad esos fueron los mejores momentos que he pasado aquí, pasando el tiempo con las personas que trabajaban en la central termoeléctrica».
Pero la reducción de personal se compensa con una mejora en las condiciones ambientales y laborales. «En las nuevas calderas, cualquiera que entre sale limpio. Ahora, en una de las viejas, ¡el que entra se da cuenta de qué pasa!». «¡Cuando nos sonábamos la nariz, salía negro!», dice Gabriel.
Las chimeneas grandes, de baja refrigeración, que ahora dominan el paisaje de la central termoeléctrica, solo liberan vapor de agua. Además, gran parte del agua se reutiliza y, si no hubiera pérdidas, sería un circuito cerrado. ¿Cómo? El agua en forma líquida se calienta y se convierte en vapor para mover las turbinas. El vapor se enfría a medida que se usa en la producción eléctrica, y cuando alcanza su temperatura más baja, pasa a través de un sistema de condensación que lo vuelve a convertir en agua en su estado líquido, para luego devolverla al inicio del proceso.
Carregado: un hito en la historia de Portugal
La central térmica de Carregado, estuvo en funcionamiento desde el año 1968, y ha alcanzado el final de su ciclo de vida en 2010. Con sus 6 unidades de combustible, de 125MW cada una, la central termoeléctrica fue una gran innovación en ese momento, y ha contribuido mucho al desarrollo económico de la región en términos de creación de empleos, incluso ha recibido la Medalla al Mérito Municipal de Alenquer, en 2011.
El Consejo Municipal de Alenquer destaca la «contribución relevante a la seguridad y garantía del suministro de electricidad necesario para la Red Eléctrica Nacional, especialmente en períodos de mayor escasez de energía en los que su acción se hizo preponderante». También señala la importancia de los empleos generados (más de 400 en 40 años) y la contribución que dicha central termoeléctrica ha aportado a la introducción del gas natural en Portugal.
Ahora, en proceso de inutilización, la central termoeléctrica sigue siendo un hito en la historia de este municipio y de sus alrededores. Las tres viejas chimeneas desaparecerán, todos los edificios serán demolidos y, hasta que se diga lo contrario, solo quedará un terreno plano y vacío rodeado por una red exterior.
La visita de Xavier y Emília a la «planta de energía fantasma» es el regreso a una antigua casa, donde crecieron e hicieron amistades y donde, en algunos casos, incluso se han encontrado con el amor de su vida. Del trabajo en la central eléctrica, recuerdan principalmente las relaciones con sus colegas. «Exactamente, las amistades. El trabajo cautivaba y se hacía, pero existía una gran unión. Todos conocían a la familia del otro, al hijo y a la hija. Si uno estaba enfermo, alguien iba y lo ayudaba, de hecho, había mucho calor humano aquí», recuerda Emília.
La conclusión de la inutilización de la Central Termoeléctrica de Carregado está prevista para 2020 o 2021. Hasta entonces, podemos pasar por el A1 y contemplar las 6 chimeneas con rayas (tres viejas y tres nuevas) que marcan una era y, sobre todo, marcan el paso del tiempo. En 30 años, la tecnología se ha disparado y las preocupaciones ambientales han dado nuevas prioridades a EDP y al mundo. Este lugar es un testimonio viviente que muestra el paso del tiempo, la evolución de una comunidad y el progreso de un país.