“Necesitamos cambiar la forma en que consumimos energía”
António Coutinho, CEO de la EDP Innovación
Para lograr la neutralidad de carbono, no basta con producir energía a través de fuentes sostenibles. La solución pasa antes, también, por un cambio en la electrificación del consumo. En esta entrevista, el administrador responsable del área de transición energëtica en EDP Comercial, destaca el rol fundamental que el cliente tendrá para que logremos los objetivos definidos en 2050 y que el estado puede jugar un importante papel de dinamización del proceso.
¿Qué quiere decir ser energéticamente eficiente?
Cuando pensamos en la eficiencia energética, la mayoría de las veces, pensamos en consumir poca energía, cuando lo que deberíamos pensar es consumir menos energía para hacer la misma cosa. Una cosa no es necesariamente la otra. Podemos estar aumentando el consumo de energía a nivel mundial, pero también consumiendo menos por unidad producida. Este es un aspecto muy importante, porque la mayor eficiencia sería no solo no consumir nada, sino también no producir nada.
¿Cuál es la importancia de la electrificación en este proceso?
La electricidad hoy en día representa solo el 22 % de la energía total que consumimos. Lo que significa que si toda la electricidad que producimos procediera de fuentes renovables, solo estaremos descarbonizando un 22 %. Para descarbonizar al 100 %, es decir, sustituir el consumo de energía fósil por energías renovables, tenemos que incrementar mucho el grado de electrificación en nuestra economía. Por ello, las cifras que existen indican que, en 2050, para tener casi el 100 % de neutralidad de carbono en Europa, necesitaremos electrificar alrededor del 60 al 70 % de nuestro consumo energético. Solo después de la electrificación podremos reemplazar por completo los combustibles fósiles. También es importante señalar que en los últimos 30 años este aumento fue solo del 4 %. De 2020 a 2050 tendremos que dar un salto de casi el 40 %.
¿Cuál es el papel del cliente en este salto?
El cliente tiene aquí un papel fundamental. Si no cambia la forma en que consume energía, si no electrifica su consumo, será imposible lograr la neutralidad de carbono. Es impresionante ver que la cuestión del cliente queda un poco fuera de estas discusiones. Hoy, tenemos tecnología para electrificar el consumo del cliente, pero la tecnología es un primer paso. El cliente es una parte importante de la decisión. Esto significa que tenemos que involucrarlo y ser capaces de diseñar, de manera relativamente clara, modelos de negocio suficientemente atractivos para el cliente.
¿Qué está haciendo EDP para involucrar al cliente en sus decisiones?
Hay un ejemplo muy concreto que nos enorgullece mucho. Quién sabe mejor lo que es bueno para el cliente es el propio cliente, esto es algo que todo el mundo más o menos dice. Pero a la hora de la verdad, ¿cómo se hace eso? Ahora mismo, todos nuestros productos son co-creados por los clientes. Tenemos sesiones en las les planteamos un problema y, con ellos, vamos a perfilar la solución a ese problema. Los clientes nos dan pistas y encajamos las piezas, y volvemos a una nueva sesión para preguntar si esto era lo que estaban buscando. Sin embargo no estamos contentos con eso, porque después de tener este producto en mente, lo venderemos incluso antes de haberlo desarrollado. Esto nos permite comprender si los clientes en general realmente quieren ese producto. También nos permite comprender cuáles son las tasas de éxito comercial; si el canal en sí se siente cómodo vendiendo el producto; si el canal tarda mucho en vender el producto; si la propuesta de valor para el cliente es evidente para todos. Durante estos dos años hemos podido depurar la forma de llegar al cliente, de entender y desarrollar los productos que quiere y necesita.
Volviendo al tema de la electrificación, ¿qué ha hecho EDP para acelerar el proceso?
EDP está haciendo mucho al respecto. Lo primero que debemos saber es que ninguna empresa podrá resolver este problema por sí sola. Yo diría que esta humildad funciona como una fortaleza, como un punto fuerte, porque quien conquistará al cliente es el que logre orquestar un ecosistema a su alrededor que le permita responder de forma rápida e innovadora. Y, por eso, todos somos pocos para el desafío. Quien consiga juntar más ideas es el que logre llegar al cliente con mayor éxito.
En otras palabras, ¿el secreto dejará de ser el alma del negocio?
Exactamente, en esta lógica de colaboración y cooperación, el que domine en ese aspecto sin duda será el ganador. Estamos buscando empresas que estén a la vanguardia de las soluciones, entrando en su capital y observando lo que están haciendo, para incorporar ese conocimiento rápidamente. Por ejemplo, entramos en una empresa irlandesa que es líder en flexibilidad de consumo, que ya es un componente del mercado inglés e irlandés, pero que aún no existe en la península ibérica. En el futuro, será parte fundamental del sector a causa de la penetración de las renovables y la descarbonización. Pero todavía sabemos muy poco al respecto. Y la mejor forma de saber más es estar, por ejemplo, en una empresa más avanzada en este campo, que sea líder del mercado.
Otra forma de participar en esto es a través de las ideas. EDP ha tenido buenas ideas y estas ideas a menudo tienen valor de mercado. Save to Compete, por ejemplo, comenzó como un concepto para implementar la eficiencia energética en las grandes empresas. Luego dio un salto para con las pymes. Desarrollamos esta plataforma y en el primer año aumentamos nuestras ventas diez veces y en el segundo año diez veces nuestras ventas respecto al año anterior. Estos fueron datos tan extraordinarios, que decidimos que tendríamos que hacerlos públicos, porque ayudarán a acelerar la eficiencia energética.
¿Considera que el Estado estuvo atento a estas cuestiones? ¿Hubo algún progreso?
El Estado siempre tiene un papel fundamental como entidad reguladora. Establecer objetivos no es suficiente. Es importante, después, encontrar formas de lograr estos objetivos. Por ejemplo, la movilidad eléctrica, que es una de esas formas de electrificar nuestro consumo de energía. Portugal siempre ha sido uno de los primeros países en entender que la movilidad eléctrica jugaría un papel fundamental en el futuro. En 2010, publicó legislación y creó un proceso piloto para liderar esta fase. Empezamos bien, pero hoy ya sabemos mucho más sobre el tema y probablemente tenga sentido revisar algunas partes de nuestro modelo. Y hay algunas dificultades para hacer esto.
¿De qué partes hablamos, por ejemplo?
Para colocar cualquier punto de recarga hace falta tener una licencia de los ayuntamientos, una licencia de MOBI.E, entre otras, todo esto lleva tanto tiempo que no conseguimos atender a los clientes por la acumulación de estos tiempos. No estoy diciendo que no sea necesario otorgar licencias y certificaciones. Tienen que ser pensadas también transaccionalmente, para que podamos lidiar con miles de procesos de forma eficiente.
Tenemos que confiar en las entidades que hacen estos procesos y generar sentido de responsabilidad, es decir, yo tengo técnicos responsables y estos técnicos tienen que ser responsables de lo que firman. No podemos tener técnicos responsables y, al mismo tiempo, tener todo un proceso en el que el Estado es corresponsable.
Este es un papel importante para el Estado: ser él mismo un agente ágil, dentro de sus competencias, para que la celeridad que estamos imponiendo y que es necesaria para resolver un problema global de la sociedad se corresponda con el esfuerzo que las propias entidades privadas están haciendo.
¿El Estado avanza a un ritmo más lento que las empresas?
El Estado tiene que ser un agente dinámico en este camino, dando ejemplo. Y el Estado está llegando un poco tarde. Nuestros autobuses no son eléctricos y podrían serlo, nuestro ferrocarril aún no está completamente electrificado, solo ahora los "cacilheiros" (barcos que atraviesan el río Tajo) van a ser eléctricos.
Se está tomando un camino, pero habrá que hacerlo de una manera más decidida. Tenga en cuenta que no solo es un problema para el Estado portugués, sino que hay estados que se están moviendo más rápido que otros. China anunció muy recientemente que, en 2060, tendrá neutralidad de carbono. El desafío de China es significativamente mayor que el desafío europeo. China, al final de 2019, tenía 400.000 autobuses completamente eléctricos; hay ciudades que ya no tienen otros autobuses. En Europa, el número es de 2.500. Queda un largo camino por recorrer.
Con respecto a la situación de pandemia que vivimos actualmente, ¿cree que hemos ganado una nueva conciencia?
Creo que con el confinamento, y no sucedió solo en Portugal, descubrimos la Ciudad. Una ciudad con aire limpio, sin ruidos, cómoda, etc. Y cuando se descubren estas cosas, no se quiere volver a lo de antes. Y lo interesante fue que esto sucedió inmediatamente después de una toma de conciencia colectiva sobre el tema del cambio climático. Lo interesante de la pandemia fue que juntó la toma de conciencia de algunas personas a una experiencia de una nueva realidad, una experiencia de un futuro muy transversal. Estos dos factores se retroalimentan tanto que se convierten en una demanda para los gobiernos. Lo que estamos viendo a nivel de la Comisión Europea es un pensamiento continuo sobre cómo podemos acelerar este proceso.
¿Cómo es posible que cambiamos en 30 años lo que tardamos 200 años en llegar aquí?
Es un desafío muy grande. Si aceleramos esto de manera insostenible, tendremos perdedores, y entre los perdedores tendremos situaciones sociales tensas que pueden perjudicarnos en el camino que todos queremos alcanzar. Hay que dejar el carbón, pero hay que pensar en qué pasará con los mineros, en quién usa el carbón y buscar soluciones. Tendremos que dejar de usar gas, pero tenemos que pensar en qué hacer con toda la infraestructura de gas, que es muy importante en la propia transición energética. No podemos querer correr tanto, porque podemos tropezar con nuestros propios pies. Así es como se maneja la tentación de responder a una presión creciente.
¿Cree sinceramente que es posible alcanzar el objetivo de la neutralidad de carbono en 2050?
Soy cautelosamente optimista. Tenemos la tecnología; y sabemos que la tecnología siempre nos sorprende. Y, por ello, debemos contar con el esfuerzo muy transversal en el mundo, para dar respuesta a este desafío. Pero todo esto implica niveles de inversión muy elevados. Para tener una idea, tan solo en el sector eléctrico necesitamos invertir 100 mil millones al año, hasta 2050. En 2019 se invirtieron 60 mil millones. Esto significa que los gobiernos deben crear un marco que sea favorable a estas inversiones. Un marco que permita, una vez realizadas las inversiones, que el Gobierno no busque nada porque es necesario cubrir el déficit tarifario o el déficit presupuestario. Esto socava la confianza de los agentes, y no solo eso. Por mucho que las empresas quieran invertir, sus accionistas o el mercado de capitales no les permiten realizar estas inversiones. Esto es parte del gran desafío al que es importante encontrar respuesta.