Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos.
En pleno siglo XXI, 760 millones de personas siguen sin tener acceso a la energía. Conozca las estrategias que pueden adoptarse en la batalla contra la pobreza energética, que debe ser librada por todos.
En 2012, el ex secretario general de la ONU Ban Ki-Moon describió la energía como el "hilo dorado que conecta el crecimiento económico, la equidad social y la sostenibilidad medioambiental". En la actualidad, según Naciones Unidas, 760 millones de personas siguen sin tener acceso a la electricidad, y 2.600 millones cocinan utilizando fuentes de energía inadecuadas poniendo en riesgo su salud.
No se han alcanzado los resultados esperados en relación con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 7, que consiste en "garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos".
El objetivo de no dejar a nadie atrás y erradicar la pobreza mundial debe ir precedido de esfuerzos objetivos para acabar con la pobreza energética.
Qué es la pobreza energética
Las personas más pobres son las que tienen más dificultades para acceder a la energía eléctrica. Al permanecer "desconectados", también siguen padeciendo más dificultades para luchar contra la pobreza.
Hablamos de pobreza energética cuando no hay acceso a la energía o cuando, teniéndolo, la factura energética representa una carga inasequible para los consumidores, lo que les lleva, en muchas situaciones, a reducir o abandonar el consumo de energía, lo que repercute negativamente en su salud, confort y bienestar.
Debido a su naturaleza esencialmente privada -ya que afecta principalmente a los hogares- , y a su complejidad, la pobreza energética sigue siendo un reto importante. Según cifras de Eurostat, alrededor de 35 millones de ciudadanos de la UE (aproximadamente el 8 % de la población de la UE) no pudieron mantener sus hogares adecuadamente caldeados en 2020. El aumento de los precios de la energía, que comenzó en 2021 y empeoró con la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, junto con el impacto de la crisis del COVID-19, han agravado una situación ya difícil para muchos ciudadanos.
El acceso a fuentes adecuadas y asequibles no está distribuido uniformemente por todo el planeta. La falta de energía, o un suministro insuficiente, significa que la agricultura y la industria no pueden desarrollarse, lo que mantiene a los países más pobres atrapados en un círculo vicioso.
Lucha contra la pobreza energética
Como respuesta a los problemas de seguridad y pobreza energética, representantes de ciudades de todo el mundo se reunieron en mayo de 2022 para estudiar medidas de apoyo a los hogares más vulnerables. De esa reunión surgieron varias propuestas de actuación:
- Apoyo financiero directo a los hogares con bajos ingresos.
- Reducción de los alquileres de viviendas de protección oficial.
- Reducción de los impuestos locales.
- En las ciudades con servicios públicos municipales, prohibir los cortes de suministro en situaciones de impago.
- Modernización de edificios públicos y viviendas sociales y transición a fuentes de energía renovables.
- Orientación a la población en riesgo de pobreza energética sobre medidas de eficiencia energética de fácil y bajo coste.
- Realización de campañas de concienciación para la reducción del derroche energético.
- Reducción de las temperaturas medias interiores de los edificios. En Europa, esta medida podría reducir el consumo total de gas en 10.000 millones de metros cúbicos por grado de temperatura.
- Acelerar la implantación de sistemas de calefacción limpios y asequibles para eliminar progresivamente los combustibles fósiles. Esto podría incluir, por ejemplo, la prohibición de instalar calderas de gas en las viviendas nuevas.
- Proporcionar subvenciones a corto plazo que cubran el 20% de los costes de instalación de energías renovables.
- Reducir el consumo de petróleo mediante soluciones de movilidad urbana sostenibles y asequibles.
- Congelar o reducir las tarifas del transporte público, especialmente para las personas con rentas bajas, y restablecer los servicios de transporte público a los niveles anteriores a la pandemia.
- Invertir en la creación de empleos verdes.
Estrategias clave para combatir la pobreza energética
En este artículo presentamos un resumen de todas las estrategias señaladas a lo largo de los años como esenciales en la lucha contra la pobreza energética:
Programas de ayuda financiera
Los gobiernos, las organizaciones sin ánimo de lucro y las empresas pueden ofrecer asistencia financiera directa para ayudar a pagar las facturas energéticas. Estos programas pueden incluir ayuda para pagar facturas vencidas, proporcionar créditos fiscales o conceder subvenciones para adquirir equipos eficientes.
Mejorar la eficiencia energética
Una de las formas más eficaces de combatir la pobreza energética es mejorar la eficiencia energética de los edificios. Esto puede hacerse mediante mejoras en la construcción y el aislamiento, entre otras.
Educación sobre eficiencia energética
Es importante que la gente entienda cómo puede reducir su consumo de energía y cómo tomar decisiones más eficientes desde el punto de vista energético. Esto puede hacerse mediante campañas de concienciación, talleres y otras actividades educativas.
Normativa
Los gobiernos pueden establecer normativas que obliguen a los edificios residenciales y comerciales a cumplir determinadas normas de eficiencia energética. Esto puede incluir la exigencia de una certificación energética de los edificios o el establecimiento de normas mínimas de eficiencia energética para equipos y electrodomésticos.
Programas de generación de energías renovables
Invertir en fuentes de energía renovable puede ayudar a reducir los costes energéticos a largo plazo y mejorar la seguridad energética. Estos programas también pueden crear nuevos puestos de trabajo y ayudar a promover la transición a una economía baja en carbono.
Intervención comunitaria
Las comunidades pueden trabajar juntas para ayudar a reducir la pobreza energética. Esto puede incluir la creación de cooperativas de energía renovable, donde los miembros compartan la producción de energía y los costes, o la formación de grupos de compra de energía para obtener precios más bajos de la energía.